Hay que cuidar la Lengua. El Lenguaje, la Ortografía. Las formas, la puesta en escena. Aquello que decimos se va, aquello que escribimos queda. Y hoy en día, en buena parte culpa de las nuevas tecnologías, escribimos mucho, hablamos menos. Enviamos mensajes cortos, ya sea de texto, de chat, de Twitter…

Escribimos y dejamos nuestros mensajes en sitios que pueden ser consultados por cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Sin pensar lo que decimos y demasiadas veces sin decir lo que pensamos. Escritos que llevan nuestra firma, que van acompañados de nuestro nombre e incluso de nuestra foto.

Por todo ello este post quiere ser una alegoría a la buena Ortografía, a la estima por el Lenguaje. Y por eso lo escribo en mayúsculas, para darle la importancia que se merecen. Cada vez me duelen más los ojos de ver palabras acortadas para aprovechar caracteres o faltas garrafales fruto, espero, de las prisas y la poca atención.

Las redes sociales son redes y sociales, están en el online, se leen y escriben en formato digital, pero no por ello merecen este desprecio gramatical. Todo esto se le supone a nivel de empresa o incluso de algún famoso o cargo de responsabilidad, pero hagámoslo extensivo a cualquier persona. Demos ejemplo, esforcémonos en escribir correctamente.

Una buena opción es hacerlo siempre, no solo cuando creamos que estamos ante un texto relevante o de trabajo. Empecemos por escribir bien en el Whatsapp, en usar las tildes y las palabras enteras. Así nos acostumbraremos a no cometer faltas y no a lo contrario. Corrijamos al que no lo haga o se equivoque. ¡Defendamos la Lengua!

Y si tenemos dudas, porque no sabemos todas las palabras y reglas de memoria, la tecnología también nos ayuda a ello. Usemos la página web de la RAE, una magnífica herramienta que debe ser de uso obligatorio o en su defecto la aplicación para Smartphones y Tablets.

Además hoy en día muchos dispositivos cuentan con correctores que nos ayudan a no cometer faltas a pesar de que cuando las cometemos les acusamos a ellos de nuestros errores. O cuando escribimos algo de lo que nos arrepentimos al poco rato.